El rol como espacio seguro

Hace un par de semanas, mientras estaba trabajando frente al ordenador, apareció por mi timeline un post que decía lo siguiente: Me meto en la partida de Hombre Lobo. Me hago PJ trans. La directora da una chapa de "Yo no soy transfóbica PERO". Un director dice, en una partida de Hombre Lobo, que evitemos temas progresistas. Me ponen una nota en la ficha diciéndome "Yo no soy transfóbica, PERO no puedes ser trans. Y ya no estoy. La autora del post, Mar (@mararrot), denunciaba de esta forma un problema que sencillamente no tiene cabida dentro del rol. La intolerancia, la misoginia, el racismo, la homofobia, la transfobia, el capacitismo no pueden sentarse a la mesa. Nunca.
Al leer este post, si soy sincero, lo primero que pensé fue en la suerte que tengo de dirigir partidas solo con grupos que conozco bien. Sé que nadie me va a pedir interpretar a un miembro del Ku Kux Klan o añadir en el trasfondo de su personaje que se ha criado odiando a las mujeres. Tras digerir un poco las palabras de Mar, sin embargo, pasé de la autocomplacencia al enfado. Enfado porque una, dos o vete tú a saber cuántas personas de mierda, que sin duda no tienen ni puñetera idea de lo que ha significado, significa y significará jugar al rol, habían conseguido fastidiar a una persona que solo quería jugar una partida de Hombre Lobo.
Lovecraft era racista (incluso para los estándares de su época). Los años 20 y los años 30, en los que transcurren casi todas las campañas de La Llamada de Cthulhu, eran una época de un racismo exacerbado. Pero eso no quiere decir que una partida de La Llamada de Cthulhu deba ser racista. Es por eso que, desde hace años, suelo empezar todas las campañas de La Llamada de Cthulhu con la misma advertencia: vamos a jugar en un mundo ficticio en el que existen los extraterrestres y los dioses primigenios, así que si aceptamos eso, podemos aceptar que no haya racismo, machismo u homofobia. Y si eso “saca de la ambientación” a alguien, a esa persona no la quiero en mi mesa.

En aquellos casos en los que consideres que el racismo es parte fundamental de la trama, qué menos que estar informado al respecto. El propio juego de La Llamada de Cthulhu cuenta con un suplemento altísimamente recomendable, que se llama Harlem Unbound, en el que Chris Spivey (quien recientemente ha fichado por Arc Dream Publishing para escribir Delta Green, lo cual me hace muy, muy feliz, pero eso es otro tema) plantea cómo abordar el racismo dentro de una partida de rol. Dentro del libro hay desde lecciones de historia importantes relacionadas con las leyes Jim Crow hasta una lista de cosas que nunca debe hacer un director o directora de juego, como poner “acento de negro”, usar la n-word o recurrir exclusivamente a estereotipos.
“Lo siento, no puedo dejar que seas trans, lo mas seria ser homosexual, no quiero meterme en polemicas, ni darte privilegios que no le he dado a ningun otro jugador, espero lo entiendas asi, no soy transfobica ni nada de eso, pero el dejar que tu pj sea trans me implica muchas complicaciones narrativamente hablando, por lo de mas, seguimos revisando fichas”. Con esta atrocidad de mensaje, publicado por Mar, le intentaban justificar que no podía interpretar al personaje que quería interpretar. Este mensaje me parece tan delirante que, si se me permite, para intentar bajar el tono del texto y calmarme un poco —porque genuinamente me enciendo leyendo a esta persona— vamos a analizarlo por partes.
“No puedo dejar que seas trans, lo mas seria ser homosexual”. En la cabeza de esta persona, además de otras cosas en las que mejor no entro, parece que hay una suerte de escala que, por lo que entiendo, debe tener una pinta parecida a esta: gente normal > homosexuales > trans. No te sientes a la mesa de alguien que piense así. No te sientes a la mesa de alguien capaz de escribir semejante estupidez sin que se le caiga la cara de vergüenza. A alguien capaz de aporrear el teclado para formar esa frase hay que mandarlo a tomar por culo bien lejos.
“No quiero meterme en polemicas, ni darte privilegios que no le he dado a ningun otro jugador”. ¿Qué entiende esta merma humana por privilegio? ¿Está ese privilegio en la habitación con nosotros? Crearte el personaje que te apetezca siguiendo las reglas de creación de personaje de un juego no es un privilegio. A no ser, claro, que este esputo ponzoñoso ya haya denegado personajes anteriormente por cualquier otro motivo arbitrario como este, lo cual no me extrañaría.
“Dejar que tu pj sea trans me implica muchas complicaciones narrativamente hablando”. Mira, no. Te puede crear complicaciones narrativas si el personaje es el hijo del presidente o si es la persona más rica del mundo o si es el novio de Taylor Swift. Pero ser trans no implica ninguna complicación narrativa. A no ser que tu partida gire en torno a un grupo de tránsfobos hijos de Satanás, en cuyo caso puedo entenderlo.

El rol, como los videojuegos, ha sido un espacio tradicionalmente masculino. Tiene sentido. Cuando eres hostil o despectivo con la mitad de la población mundial, tiende a suceder esto. Es menos probable que una niña quiera jugar a Dungeons & Dragons si la partida va de salvar a una princesa o la mitad de las ilustraciones del libro muestran a mujeres en bikinis de cota de malla. En los últimos años, sin embargo, quiero pensar que esto está cambiando poquito a poco en la dirección correcta. Pero es un error pensar que nuestro hobby "está mejorando". Como si fuese algo natural, como si fuese el cauce de un río. No. Nuestro hobby lo hacemos mejor entre todos, día a día, partida a partida.
No se puede compartir mesa de rol con este tipo de gentuza. De la misma forma que cuando dejas que un nazi beba en tu bar, este se convierte en un bar de nazis; cuando permites que un tránsfobo se siente en tu mesa de rol, esta se convierte en una mesa de rol tránsfoba. El rol debe ser un espacio seguro para todas las personas que se sientan a la mesa a jugar. Parece mentira que, con la comunidad tan grande y bonita que tenemos en el mundo del rol, sigan existiendo personas de mierda incapaces de entender que este hobby es para todos, todas y todes. Y si eso te jode, pues vete a tomar por culo y no vuelvas.