Usar el tarot para crear historias

El tarot, como constructo cultural relacionado con lo esotérico, siempre me ha parecido interesante. La primera vez que recuerdo indagar un poco más al respecto, si no recuerdo mal, fue tras jugar a Persona 2: Innocent Sin allá por 2004 o 2005. Las bellísimas ilustraciones de Kazuma Kaneko posiblemente ayudaron bastante a despertar mi interés, pero lo cierto es que todo lo que rodea al tarot tiene un halo de misticismo del que resulta imposible escapar. Aún así, esta primera incursión quedó en una anécdota, una de esas búsquedas en el Internet primigenio que, como mucho, desembocaría en la descarga de un par de imágenes en baja resolución.
Muchos años después, quizá catorce o quince, recibí por primera vez una tirada de cartas. Fue con unos amigos y fue una cosa muy distendida, casi de broma. Pero cuando vi a mi amigo poner las cartas sobre la mesa mientras iba contando una historia, mientras tejía una narrativa que entrelazaba todas las figuras que iban apareciendo en las distintas imágenes, no pude evitar pensar: esto es lo mismo que hago yo cuando dirijo partidas de rol. Automáticamente, mi mente empezó a pensar en las infinitas posibilidades de utilizar una baraja de tarot como complemento para una partida de rol.
El tarot, no obstante, presenta una importante barrera de entrada para cualquiera que intenta acercarse por primera vez al tema. Esa barrera es que, para poder hacer una tirada de manera fluida, necesitas aprender el significado de 78 cartas. Y si eres de los que aportan significado a la orientación en la que se muestra una carta (al derecho o al revés), tienes que duplicar ese número. Sí, supongo que es posible ir mirando un libreto cada vez que sacas una carta del mazo, pero siendo realistas, nadie quiere hacerlo así. Lo chulo es hacerlo como las brujas de la tele, para qué nos vamos a engañar.

Otro obstáculo importante que se le presenta rápidamente a cualquier aficionado al tarot es el tipo de tirada. Hay docenas de maneras de tirar las cartas distintas, todas ellas válidas, todas ellas buenas. Holistic Tarot de Benebell Wen, que en la actualidad es poco menos que la biblia del tarot, lista la friolera de 35 formas diferentes de tirar las cartas: algunas que emplean una sola y otras usan hasta 36 cartas. Ninguna de ellas es la que hizo mi amigo y me animó a investigar más. Para mí, aquí la clave fue encontrar un tipo de tirada que me hiciese sentir cómodo, que no durase mucho tiempo, pero que me permitiese leer un puñado de cartas. Por eso me terminé quedando con la Cruz Diádica (muy similar a la Cruz Celta, pero con menos cartas).
Por suerte, una vez conoces más o menos todas las cartas y dominas moderadamente un tipo de tirada, echarlas se convierte en una habilidad más, como montar en bici, cocinar una tortilla de patatas o dirigir una partida de Vampiro: la Mascarada. Y por eso mismo, cuando el otro día une jugadore de una partida me pidió usar el tarot para echar un vistazo al trasfondo de su personaje, me pareció una idea fabulosa, que se podía llevar a cabo en ese mismo momento. Al fin y al cabo, empecé a interesarme por el tarot precisamente debido a su potencial creativo. Ya era hora de poner a prueba verdaderamente esa creatividad.
No sé hasta qué punto existe un solapamiento real entre personas que dirijan rol de manera habitual y personas que lean las cartas, pero puedo confirmar que dicho solapamiento es muy útil. Las cartas del tarot, concretamente las del mazo Rider–Waite–Smith, que posiblemente sean las más icónicas y extendidas, están abarrotadas de detalles y elementos evocadores capaces de inspirar cualquier historia imaginable. Y lo están porque ese es exactamente su objetivo. La idea detrás de todas y cada una de las cartas ilustradas por Pamela Colman Smith es precisamente llenar de inspiración a quienes las miran. Por eso, normalmente, cuanto más te detienes a mirar una de las 78 cartas del mazo, más detalles encuentras.

Utilizar las cartas del tarot como herramienta narrativa dentro de una partida de rol es tan útil precisamente por la enorme cantidad de información que proporcionan. Cada carta cuenta una historia propia. Saca seis (las que hay involucradas en una Cruz Diádica) y lo más probable es que tengas material e inspiración de sobra para contar prácticamente cualquier historia sobre cualquier personaje de cualquier partida. Que todo funciona y parece encajar en su sitio, adelante; que no, cualquier elemento que resista interpretación puede ser una incógnita interesante de cara al futuro.
Todos sabemos que hay jugadores a los que les cuesta escribir un poco de trasfondo sobre su personaje. No pasa nada. Quizá esa persona no quiere dedicarle mucho tiempo a trasladar sus ideas al papel, pero con una tirada de cartas se puede arreglar en menos de quince minutos. La clave en estos casos está en la colaboración. Todos los jugadores, por mucha pereza que demuestren a la hora de plasmar su trasfondo en la hoja de personaje, tienen algo pensado sobre quién van a interpretar. Tira las cartas, lee y pregunta. De nuevo, si algo mágico tienen las cartas del mazo Rider–Waite–Smith, es que ofrecen detalles de sobra para hacer volar la imaginación en muchas direcciones distintas.
Las cartas también se pueden utilizar como elemento disparador para generar tramas. No descubro ningún secreto de guion si digo que una historia, idealmente, debe tener un planteamiento, un nudo y un desenlace. Y una tirada puede tener las cartas que tú quieras, como ya hemos visto. Mi querida Cruz Diádica, por ejemplo, tiene seis, que se pueden leer perfectamente como dos historias paralelas, una vertical y otra horizontal, compartiendo el mismo elemento central. Las cartas no van a escribir una partida por ti, pero sí pueden ayudar enormemente a desbloquear y aportar inspiración. ¿Quiénes son esos personajes que aparecen en el cinco de espadas? ¿Y este edificio que se puede ver en la Luna? Las cartas plantean muchas preguntas que, idealmente, se pueden resolver en la mesa.
Con todo esto, supongo, lo único que quiero transmitir es que las cartas del tarot son una herramienta estupenda para incorporar a casi cualquier partida de rol, especialmente a partidas abiertas y campañas centradas en personajes en lugar de historias. Puedes usarla de una manera tan superficial como la saga Persona, que hace poco más que asociar personajes a arcanas mayores; o tan profunda como construir una sesión entera a partir de una tirada, interpretando todas las cartas de una forma holística. Experimenta. Descubre. Al fin y al cabo, esa es la verdadera magia del tarot: el mazo por sí mismo no es más que un taco compuesto por 78 trozos de cartón y eres tú, con el tipo de tirada, uso e interpretación, el que tiene la posibilidad de crear algo apasionante.